Los placeres son liberadores, individuales e infinitos
Noticias Positivas - 7 de septiembre 2010
Por Andrea Méndez Brandam
Despertar a un estado de alegría y de paz interior que es contagioso y transforma nuestro entorno; sentir que nuestra salud se enriquece y que rendimos mejor en nuestro trabajo, y que estamos definitivamente mejor con nosotros mismos y con el universo, todo eso es posible y los recursos están en nosotros. Solo hay que buscarlos. En el libro “Cuatro placeres al día, ¡como mínimo! El despertar del cuerpo y el alma” (Ed. Aguilar), su autora, la psicoanalista argentina radicada en Francia Evelyne Bissone Jeufroy va pasando revista a las distintas etapas para lograrlo.
Dueña de un sutil sentido del humor y muy firme cuando se trata de precisar conceptos, Bissone Jeufroy se preocupa por aclarar que ella habla del placer no en el sentido un poco bastardeado que le da el consumismo, sino como de un estado que “nos permite levantar nuestras defensas inmunitarias y estar en condiciones de enfrentar los momentos difíciles de la vida, las enfermedades o el estrés, y es un estado de conciencia que nos hace disfrutar de nosotros mismos y de nuestro entorno”.
Los placeres pueden ser infinitos y, por supuesto, son individuales: “Por ejemplo, a uno le puede gustar mucho caminar bajo la lluvia (cosa que yo no), o escuchar música. Lo que importa es que ese placer nos ponga en un estado benéfico. Por eso hablo de cuatro placeres, que pueden ir siendo más, que en realidad son una estrategia para llevarnos a ese estado”.
Los placeres son liberadores, también. Evelyne recuerda al doctor Carl Simonton y el caso de su paciente terminal, que decidió darse un último placer: vender su casa y su auto e irse a dar la vuelta al mundo. Simonton le puso una única condición, que le fuera enviando tarjetas postales a medida que iba pasando por los lugares por los que siempre había soñado visitar. Las postales fueron llegando regularmente durante un año, al cabo del cual la paciente volvió: no tenía ni auto ni casa, pero se había curado del cáncer.
El placer es también contagioso. Por eso, hay que empezar por escribir una lista de placeres mínimos (de 25 a 30 sería lo ideal). Si se cumple con los cuatro del título, después brotan más. “Lo importante es concretizarlos. Por eso yo, después que están escritos, pregunto inmediatamente: ¿con quién y cuándo?”, aclara Bissone Jeufroy.
El placer es efímero, por eso hay que ir a buscarlo, tiene que ver con una forma activa, relacionada con el deseo. “El deseo también nace del largo plazo: por ejemplo, hacer un viaje… a Egipto (algunos placeres tienen que ser un poco locos). El placer entra por los cinco sentidos, por el cuerpo. Todo pasa por el cuerpo.”
Pero no hay que equivocarse. No se está hablando aquí del egoísmo ni de pensar sólo en uno mismo o en nuestra familia o nuestros amigos. Al contrario, este sentimiento de bienestar nos lleva a pensar también en los demás, en querer ayudar.
Finalmente, como escribe Evelyne en su libro, en línea con el pensamiento de Francoise Dolto, “¿No es sorprendente que pueda redefinirse toda una vida y que algo tan simple pueda tener repercusiones existenciales tan vastas? ¿No es extraordinario que cada uno posea en sí un medio tan simple de revolucionar tan profundamente su existencia y su ambiente?”
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